Dividir el mundo en bueno y malo quita profundidad a la experiencia de la vida. Y somos los adultos los que podemos acompañar a los niños a ir más allá de un mundo de «blanco o negro».
Cuando un niño se golpea contra la mesa y le decimos: «mala mesa, mala, mala por golpear al nene» reafirmamos una idea errónea de que el niño no tiene autonomía ni aprendizajes posibles ante esa situación. Conversar acerca de cómo lo bueno y lo malo dependen de nuestras percepciones brinda libertad interna y disponibilidad para sentirnos protagonistas de la vida, sin importar la dificultad de los desafíos que enfrentemos.
En algún sentido, ¿es bueno el coronavirus? Respuestas con respeto a preguntas de peques reales
