¿Sabías que los elogios pueden ser un arma de doble filo? Este mes en La Casa Naranja estuve compartiendo una serie de artículos que abordan este tema desde diversas categorías. En artículos anteriores podrás leer una Introducción a la relación entre el elogio y la motivación intrínseca en niños y niñas. Algunas de las claves para comprender esta relación son La Sinceridad Percibida y las Atribuciones de Desempeño. Una tercera variable a tener en cuenta es hasta qué punto el elogio lleva a los chicos a percibir que su compromiso con una tarea tiene una motivación autónoma.
En las atribuciones de desempeño la gente se pregunta: «¿por qué tuve éxito?» o «¿por qué fracasé?». En la autonomía percibida las personas se hacen otras preguntas:
«¿Por qué hice esto? ¿Estaba realmente interesada o lo hice solo por el premio?»
Un elogio que no toma en cuenta la autonomía percibida por parte del niño y que solo resalta las razones externas por las cuales se completó una tarea puede debilitar la motivación intrínseca sustituyendo los criterios internos por patrones externos («al principio guardaba los juguetes porque me gustaba ponerlos en esa caja, pero ahora lo hago porque me felicitan«).
También puede crear una dependencia tal del elogio que su ausencia lleve al niño a deducir que ha fallado («siempre que guardo mis juguetes me felicitan pero hoy los guardé y no me dijeron nada, debo haberlos guardado mal«).
Según estudios empíricos, cuando el elogio brinda información certera acerca del desempeño en una tarea dada, esto puede favorecer la motivación intrínseca («guardaste muy bien los juguetes, pusiste cada uno en su lugar«). Por el contrario, esto no sucede cuando se utiliza el elogio con la intención de manipular o controlar al otro («guardaste todos los juguetes bien, como era tu obligación«).
Gordon (1989) dice: «El elogio actúa principalmente como un premio externo y su efecto en los niños es bastante predecible. Los niños que son sujeto de elogios frecuentes aprenden a elegir solo aquellas cosas que piensan que agradarán a sus padres y a evitar hacer aquellas cosas que creen que no les gustarán. Mientras que para muchos padres esta puede ser actitud muy deseable, nosotros sabemos que estos niños están mucho menos predispuestos a ser inovadores, creativos y autónomos. Aprenden a conformar y no a inovar. Aprenden a seguir patrones ya conocidos para obtener el elogio en vez de experimentar cosas nuevas.»
En conclusión, el elogio puede promover la autonomía percibida y por lo tanto fortalecer la motivación intrínseca si se limita a brindar información y si evalúa la tarea realizada sin intenciones de manipular o controlar a la otra persona. De este modo los niños (y los adultos también) sienten la libertad interna para continuar explorando su camino, animándose a seguir sus impulsos vitales y ser así los creadores de sus propios destinos.