Hoy vino Delfi a jugar a la plaza de verano de La Casa Naranja. Hacía un año que no nos veíamos porque vive lejos y ya empezó el jardín.
Abrí la puerta y me puse en cuclillas para saludarla a su altura. Lo primero que hizo fue darme un abrazo… Delicioso (nunca pido abrazos ni besos pero no me pierdo ni uno si un peque me lo quiere regalar).
Después me preguntó por «los nenes» y deduje que tenía ganas de rencontrarse con sus viejos amigos que lógicamente no estaban hoy en el lugar.
—Tengo nenes de juguete si te gusta la idea, le dije mostrándole los Playmobil y de casualidad agarré a Papá Noel.
—Quiero un arbolito de Navidad, me dijo feliz y me dio la oportunidad de decir una de mis frases favoritas:
—¡Me encanta tu idea!
Así que ahí mismo buscamos con qué hacerlo: broches, moldecitos transparentes de colores y papel celofán. Después de intentar varias veces colgar con un broche de la ropa un moldecito en la planta me quiso pasar las cosas.
—Ayuda, me dijo.
—Te veo que estás intentando colgar esto con el broche. Lograste abrir el broche varias veces. Te gustaría que lo haga yo, te parece difícil. ¿Cómo te gustaría organizarte?
Después de pensarlo unos momentos se decidió.
—¡Regalos!, me contestó.
En vez de colgar cosas de la planta pasó a envolver diversos juguetes pequeños en papel celofán y los unió usando los broches. Mientras tanto se reía a carcajadas. Era evidente su placer y halló una solución perfecta, similar a su idea original pero adaptada a sus posibilidades actuales, que por cierto son sofisticadas y llenas de imaginación.
De eso se trata el juego libre. De saber que todos los objetivos pueden ser flexibles. No hay resultados correctos, ni incorrectos, solo hay juego en la perfección del tiempo presente.
Hoy también hablamos con las familias acerca de dejar los pañales. Estuvo re buena la charla y este asunto bien da para otro posteo, pero sólo digo que aquí también, todo sucede fluidamente y en armonía cuando en vez de «sacarle los pañales» (donde el protagonista es el adulto) acompañamos con amorosa presencia el aprendizaje que le pertenece 100% al peque y que llega cuando tiene que llegar. En el momento justo. Así son las cosas… Igual que como un día después de Reyes en La Casa Naranja armamos el arbolito cuando todo el mundo acaba de desarmarlo ayer. Y de paso les comento que creo que no exagero cuando digo que nos quedó precioso.